domingo, 24 de abril de 2022

Diplomacia en 140 Caracteres o menos

 


¿Cómo cree que evolucionará y se transformará la profesión en el futuro para las nuevas generaciones de diplomáticos y embajadores?

¿Han aprovechado los gobiernos, los líderes mundiales y los diplomáticos todo el potencial de las redes sociales?

¿La presencia en las redes sociales hace que un líder sea más influyente? ¿Cómo caracterizarías la influencia en la era de Twitter?

Vivimos tiempos interesantes para la diplomacia

Ante dicho escenario, debemos analizar cómo se desenvolverá la diplomacia del siglo XXI.

La revolución de las tecnologías de la información y de la comunicación son la nueva herramienta que ha llevado a estos cambios:  la ciudadanía mundial se ha acelerado y esto ha llevado a la creación de nuevos puntos globales y ha des intermediado numerables procesos de interlocución, de influencia, de negociación y de toma de decisiones.

Hay espacio para la innovación mediante la ampliación de las capacidades de análisis y las habilidades.

En la actualidad hay que agregar tres pilares fundamentales a la actividad diplomática de los nuevos tiempos: La credibilidad, la influencia y la reputación. Se debe analizar cómo configurar el contacto personal y demostrar la calidad de los contactos ante las redes sociales.      

Los medios de comunicación digitales siguen con rating de posicionamiento cada vez más alto especialmente Twitter es una herramienta ampliamente aceptada por los políticos y gobierno. A medida que la nueva generación de líderes digital llegue al poder, convertirá la plataforma de redes sociales, en la opción de información con mayor importancia para la lectura diaria. 

 Más del 80 por ciento de todos los miembros del gobierno de las Naciones Unidas tienen una cuenta oficial de Twitter,

Los Ministerios de Exteriores han perdido el monopolio de la acción exterior, su experiencia sabre el terreno seguirá activo dependiendo del despliegue de las nuevas tácticas que desarrollen los Estados. Los diplomáticos que utilicen la nueva era tecnológica y adquieran nuevas capacidades profesionales no serán desplazados de área laboral.

En las necesidades de la labor de representación de las naciones se perfilan en lo inmediato tres rasgos: la inmediatez, la visibilidad y la interacción directa de los ciudadanos. La reciente crisis en Ucrania y el debate sobre la gobernanza mundial de la era del internet, nos muestra que se avecina una nueva agenda de actividades diplomáticas, en la difusión de las fronteras y las relaciones exteriores.

De hecho, la literatura académica ya ha aceptado la idea de la diplomacia en red, cada día se observa la ampliación de los temas propios de la diplomacia y la proporción de poder en la arena internacional.

Ejemplos de ellos: la Unión Europea, la gestión de la Cooperación al desarrollo, el cambio climático, la salud pública, promoción de los derechos humanos, la defensa de la libertad, las relaciones científicas necesitan las redes internacionales. Entre otros.

La nueva diplomacia genera incertidumbre entre la libertad y la seguridad, obliga a tener un equilibrio necesario entre trasparencia y confidencialidad. Las filtraciones, el periodismo de investigación, el empoderamiento ciudadano y los servicios de inteligencia compiten por los mismos intereses. Los sistemas democráticos deben adaptar las soluciones a la complejidad del escenario mundial interconectado.

La actividad diplomática ahora es más pública que en décadas anteriores, una gran parte están muy activos en las redes, son los nuevos facilitadores de la actividad internacional y los representantes de los intereses de los estados de acuerdo a los nuevos tiempos hay que seguir preparándose para continuar la labor en un entorno abierto más competitivo.

En su estudio Twiplomacy de 2014 muestra que los gobiernos de más de tres cuartas partes (83 por ciento) 6 de los 193 estados miembros de las Naciones Unidas tienen presencia en Twitter: casi la mitad de las más de 500 cuentas analizadas son cuentas personales de jefes de estado, jefes de gobierno y ministros de asuntos exteriores, y alrededor de un tercio de ellos tuitean themselves, pero muy pocos de forma regular. ¿Cómo interpreta esas cifras?

 

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